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Dicen que el tiempo lo borra todo, pero mientras te veía desaparecer entre la lluvia de mis lágrimas, mi corazón se rompió para siempre.

Ése momento en el que se te para el corazón, ése momento en el que deseas que el mundo deje de girar para poder contemplarla. Ése momento que deseas que no pase el tiempo, ése momento en el que sólo disfrutas la vida cogido de su mano. Miradas casuales que se encuentran, miradas fugaces que arrancan sonrisas, pero se vuelven a enterrar en imposibilidad de acariciar su rostro, mirarla a los ojos y agradecer al destino por haberla encontrado, aunque sólo sea por unos instantes. Las calles pasan por las ventanas en las que buscas refugio, las luces que brillan en todas las formas y colores de la noche ayudan

Era tu turno, y lo sabías. Con manos temblorosas te echaste el fusil a la espalda, clavando la mirada en el campo que tenías delante de ti. Unos pocos alambres acordonaban la zona, pero no era un sitio de Vietnam donde cualquier persona hubiera aceptado entrar. Enterrados bajo la capa de muerte que cubría el basto terreno aún quedaban bombas activadas, y las órdenes que habíamos recibido eran claras: sortear las minas y adentrarnos en territorio enemigo para hacer un análisis del despliegue de la artillería pesada que había tenido lugar estos últimos días. El primer paso fue el más difícil. No es que el resto fueron fáciles, pero no se sien

Tumbado sobre la hierba contemplo que lucen brillantes miles de estrellas, pero sólo una me recuerda a ella al contemplar la belleza de su firmamento. Aún cuando cierro los ojos la siento como un cometa que deja su estela cuya esencia mi corazón llena y es sólo en ella en la que siempre pienso. Ella es quien consigue derretir el hielo que por su ausencia tengo que cargar, mas por siempre vivirá en mi recuerdo su sonrisa imposible de olvidar; la dibujo en cada nube del cielo porque gracias a ella sé lo que es amar.

Normalmente no suelo subir a la última planta de mi piso. Y repito : normalmente. Ayer fue un día de ésos que nunca quisieras recordar, porque tuve que coger el ascensor y apretar el botoncito más alto. Tuve que respirar acompasadamente, intentar mantener la compostura delante del espejo que devolvía el reflejo de mi cuerpo, dejándome comprobar que unas gotas de sudor resbalaban por mi frente. La subida es lo peor: sabes lo que te vas a encontrar. Sabes que vas a tener que enfrentarte a algo que temes, a algo que no quieres volver a sentir. El tiempo parece ralentizarse, el maestro de los relojes parece sonreir

Espléndido Sol tardío cuyos puros rayos cesan ¿no ves que mis labios besan ciegos todos tus sentidos ? Caudal de amor vencido que en profundo mar acaba ¿no sientes que mi amar extraña lo que por tí hubiera sido? En la costa, yo te anhelo. En el ocaso, yo te siento. En el mar, frente al viento yo a tí aún te espero.

Silencio en la oscuridad frío, niebla y hielo sólo estoy en la tempestad mis ojos imploran al cielo. Ante mí siempre tu imagen en cada gota de lluvia brotes verdes ya nacen de esperanza sobre mi tumba. En el olvido encomendado he acabado mi sendero mas aún no he fallecido porque contigo, no muero.

Tu rostro, a fuego grabado en mi mente eterno fulgor en triste amargura amar sin tiempo, sonrisa pura anhelo de lo que mi alma por tí siente. Telar de sueños que sin pausa teje eterno corazón desgarrado en penumbra sumido, ya cansado sueños tuyos que en mi memoria aún yacen. En siglos traducido nuestro instante ahora ya convertido en fiel clamor tu mirada bella, dulce y brillante y proclamar puedo sin algún temor remedio que sane mi alma doliente pues lo que siento por tí, es verdadero amor.